Los últimos años del exgobernador Juan Schiaretti en el poder estuvieron marcados a fuego por el crimen policial de Blas Correas y el horror del Neonatal. El silencio que el schiarettismo impuso en su intento por eludir el impacto de esos gravísimos hechos engendró encubrimientos, multiplicó los costos políticos e influyó pésimamente en el Poder Judicial. También incrementó el sufrimiento de las familias afectadas y abonó la desconfianza pública.
El llaryorismo criticaba por lo bajo, en ese entonces, aquella estrategia.
Ya en el poder, Martín Llaryora procuró diferenciarse desde el vamos y su primera señal fue poner como ministro de Seguridad a un antiguo adversario que jamás podrá ser cuestionado por su mutismo. Juan Pablo Quinteros puede ser objetado por otros motivos –por ejemplo, designar y ascender a altos mandos policiales que terminan detenidos, acusados de graves delitos–, pero es el funcionario del gabinete que menos le teme a poner la cara y dar explicaciones.
Quinteros explica hasta lo inexplicable: eso le vale muchas críticas también lo mantiene en su puesto.
El ministro siempre cuenta con la ayuda de Luis Juez y de la mayor parte de la oposición política, quienes comenzaron a pedir su renuncia días después de su designación y lo hacen cada vez con mayor intensidad. Los reproches por la inseguridad muchas veces quedan detrás de la descalificación personal del funcionario que pasó de acérrimo opositor de José Manuel de la Sota y Schiaretti a incondicional del actual gobernador.
Pero Llaryora no lo sostiene en el cargo sólo por ese desafío del juecismo: valora el trabajo de Quinteros y volvió a ratificarlo el viernes, luego de ser sorprendido de madrugada con la novedad de que acababa de ser detenido como presunto líder de una banda criminal el jefe de la Policía Caminera, el comisario general Maximiliano Ochoa Roldán, junto a otros seis policías y abogados, por el supuesto uso de información privilegiada, bienes y hasta efectivos policiales para delinquir.
Los detalles sobre la voracidad con la que la presunta banda recaudaba asombraron a la mesa chica del Panal y agravan la crisis de la conducción policial.
Con información de La Voz.