En un escenario cada vez más digitalizado, los delitos informáticos se transformaron en una amenaza silenciosa, invisible y de un crecimiento exponencial en el último tiempo.
Así lo advirtieron referentes del ámbito académico y técnico durante la segunda edición de la Córdoba Cybersecurity Conference 2025.
Una de las técnicas más peligrosas en auge es el deepfake, que permite simular rostros, voces y comportamientos humanos con una precisión inquietante.
Esta tecnología, impulsada por herramientas de IA, ya fue utilizada en la Argentina para abrir cuentas bancarias falsas y evadir los controles biométricos exigidos por las entidades financieras.
“Estas simulaciones usan imágenes o videos robados de personas reales. Cuando el banco solicita verificación facial o de voz, los delincuentes utilizan este material adulterado y superan los filtros de seguridad. Lo llamamos ‘bypassear’ en la jerga técnica”.
La deepfake está en todos lados y no solo se da en este tipo de delitos, sino también puede generar un daño o usarse en otros ámbitos.
“Antes se necesitaba un hacker profesional. Hoy cualquiera, con un teléfono, puede simular ser del banco o de una empresa de telecomunicaciones, y engañar a una víctima. Es gente que trabaja 24/7 buscando sacar ventaja y se perfecciona en el arte del engaño”.
La brecha digital se profundiza en los sectores más vulnerables. Las personas mayores de 50 años y ni hablar las de más 60, que no crecieron con la tecnología, son los blancos más frecuentes de las estafas. Esto, en muchos casos, se incrementa, porque no tienen quién los ayude o les enseñe.
Uno de los mayores problemas en Argentina y en Córdoba es la falta de una legislación moderna en materia de ciberseguridad y protección de datos.
“En Córdoba tenemos la Ley 10.222. Pero se necesita actualizar estas leyes y transformarlas en planes estratégicos que articulen a los ministerios de Educación, Seguridad y al Ministerio Público Fiscal”. Respecto a la idea que contempla el acceso biométrico a servicios públicos y privados: “No estamos preparados.
Sin una ley sólida de protección de datos, se corre el riesgo de que una persona malintencionada cree un avatar tuyo con IA y acceda a tus cuentas de Apross, de Epec, a tu homebanking o a una plataforma de apuestas.
El exceso de usuarios y de contraseñas también expone a los ciudadanos.
“Todos usamos cientos de claves que muchas veces repetimos. Si una se filtra, se compromete toda nuestra información”. Para reducir los riesgos, se recomienda el uso de autenticación en dos pasos y tokens de seguridad, aunque reconoció que no hay un método que sea 100% infalible.
El desconocimiento del ciudadano respecto a qué datos entrega y a quién. “Descargamos aplicaciones sin saber si están en Argentina o en otro país, sin leer términos ni condiciones. Y muchas veces esas apps nos monitorean permanentemente”.
La ciberseguridad debe ser una política de Estado, con mirada federal y acciones articuladas. “Argentina necesita una ley de protección de datos moderna y una estrategia nacional de prevención. Solo así se podrá proteger de verdad a la ciudadanía”.