El tablero electoral del cordobesismo está a punto de reconfigurarse por completo si Juan Schiaretti decide encabezar la boleta de Hacemos Unidos por Córdoba. Si el exgobernador finalmente da el sí –posibilidad que los llaryoristas ya consideran casi un hecho–, una candidatura por fuera del oficialismo de Natalia de la Sota dejará de ser funcional para convertirse en un problema incómodo.
Hasta hace poco, cuando la candidatura de Schiaretti parecía descartada, desde el llaryorismo no sólo toleraban sino que incluso alentaban la postulación de la Sota en un eventual acuerdo con el kirchnerismo, que la diputada siempre descartó.
La ecuación que hacían en los pasillos del Centro Cívico era pragmática: sin Schiaretti en juego, el cordobesismo se quedaría con dos de las bancas en disputa, mientras la lista kirchnerista encabezada por De la Sota aseguraría otra. “Eso nos daba dos bancas y media”, explicó un dirigente llaryorista, sin rodeos. “Porque está claro que Natalia no siempre vota con nuestros legisladores, pero sigue siendo una de las nuestras”, añadían.
Pero el panorama dio un giro. Con el kirchnerismo decidido a llevar lista propia y la posibilidad de que De la Sota juegue por fuera del oficialismo, con una tercera lista peronista, su candidatura se vuelve un factor de tensión.
Con Schiaretti compitiendo, los votos que arrastre De la Sota podrían poner en riesgo la tercera banca. Y si el exgobernador decide no postularse, la dispersión entre tres listas peronistas abriría aún más el escenario, al punto de facilitarle una banca extra a los libertarios.
De aliada útil, Natalia de la Sota puede convertirse en una piedra en el zapato para el PJ provincial.